7 de enero de 2011

Desde el Pandemonium...

“El mundo es una total basura”.
¿Cuántas veces no hemos ocupado, pensado, mencionado esta frase? Basta observar a nuestro alrededor, en nuestro propio entorno. Basta con mirarle cada amanecer; en cada rincón del planeta, en cada lengua, en cada raza, en cada sociedad.
Es inevitable la profunda tristeza que ello representa para mí. No puedo lograr concebir motivo por el cual siempre me acongoja el pensar en ello. Me parece que no debiera ser así. Quizá todo sería distinto, y mucho más fácil si dejara de preocuparme por ello. Tal vez mi vida sería mejor. Sería muy feliz. Pero también sería egoísta.
Si perdiera este sentimiento, dejaría que el mundo se echara a perder. Dejaría que todo pasara sin más, ni mejoras. Dejaría a una familia a la deriva, a un amigo desolado, a una sociedad segregada, y a un mundo caer en la perdición.
En pocas palabras, dejaría de tener fun mi existencia, ya que todos hemos tenido una gran y única oportunidad al nacer; es nuestro deber, como seres racionales, retribuir a esa gran dicha. Debemos agradecerle a esa "esencia divina" que día a día nos manifiesta su grandeza en todo lo que nos rodea: el sol, el agua, el aire que respiramos, las plantas, lo animales, en fin...
Indirectamente uno puede ayudar, de una manera u otra. Haciendo lo que es correcto, tratando de ser mejor cada día. Intentando hacer lo que nuestra propia monotonía nos impide realizar. Cada uno tiene en sus manos el poder de cambiar al mundo. Sólo se requiere "ganas de hacerlo". Se requieren motivos para llevarlo a cabo. Y todos tenemos un motivo, aunque no lo parezca: Ser mejores. Ser mejores no para nosotros, sino para los seres amados, entiéndase seres humanos, u otra especie, o lo que nos cause dicha.
Todos seguimos un fin, un objetivo, un propósito. Y no podríamos lograrlo, si el mundo estuviera tan mal. Aún creo en la existencia de personas valiosas. Aún hoy en nuestros días está esa flama, extinta en muchos lugares, pero que podemos llevarla por medio de nuestros buenos actos, de nuestras acciones en favor de todos, no de uno mismo. ¿Cómo lograrlo? En primera instancia, debemos reconocer nuestras limitantes, que no son más que redimidas a una sola:
El egoísmo es nuestro mayor enemigo; no es la muerte, no es la ignorancia, no son aquellos pesos que nos hacen falta, no son aquellos padres que pareciera que no les importamos. ¡No!, nada de eso. Es nuestro propio egoísmo el que no nos permite ser mejores personas, y a su vez, nos obstaculiza el que nuestro mundo sea mejor. Nada nos cuesta ayudar al que menos tiene; visitar a nuestro abuelo, o amigo, que yace tendido en una cama, olvidado; no nos limita en nada el que demos apoyo a la persona que nos lo pide; escuchar al que lo necesita; no nos cuesta nada desprendernos de algo que, a nosotros nos puede colmar de grata alegría, pero que siendo honestos, no es una necesidad directa, y más en cambio, puede serlo para alguien que sí lo necesita, ¿Me explico? Es dar, sin esperar nada a cambio (¿Tanto nos cuesta entenderlo? ¿A nosotros, los que nos hemos auto-nombrado "Dueños del mundo"?)
Amar, amar y sólo amar a quién así lo anhela.
"Ámense los unos a los otros". Hoy en día, esa frase no me es tan indiferente. La maldad siempre estará ahí. Eso es indiscutible. Pero también, habrá bondad, y aún quedan seres humanos.
Y por cierto, ya lo ha dicho aquél libertador del pueblo hebreo: "La verdad os hará libres"

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